martes, 27 de agosto de 2013

Parábola del Buen Pastor



Había una vez un buen pastor, que un día se escapó con la oveja más negra del rebaño. Nadie podía explicarse cómo un hombre tan bueno se había dejado seducir por aquella putilla de mala entraña. Cierta vez, sus antiguas ovejas, que por supuesto eran todas mestizas, los vieron bajar juntos de un Corvette amarillo.

Cuando le preguntaron de dónde había sacado ese coche tan lindo y tan cabrón, el pastor les contó que se había ganado el dinero en un casino, apostando la lana de su oveja negra. Y ellas, claro, se derretían del rencor, porque sabían que nunca en sus re corrientes vidas iban a tocar un coche así de lindo y de cabrón.

 Pero se equivocaban, porque al día siguiente vino el Corvette y las atropelló, por envidiosas. Mientras sus almas de borrego rascuache se elevaban por los aires, se escuchaba una voz en la Tierra diciendo: « Yo soy el Buen Pastor, quien apueste por mí no volverá a ser prángana»




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