jueves, 12 de septiembre de 2013

Los temibles difuntos





El Señor esté con vosotros...

El sepelio es el fin de la primera persona. Una ocasión pomposa donde unos cuantos ellos despiden a otro yo de su nosotros, a la vez que lo envían a otro ellos, más hondo e insondable. Ellos: los que no están, ni van a estar. 

Los que, si un día estuvieran, nos harían correr despavoridos. ¿o no es así, despavoridos como dicen que corren los que huyen de los muertos?

 Lo más fácil, e incluso lo más lógico, sería que enterrásemos a nuestros difuntos en el jardín de la que fue su casa.

 Pero entonces ya nadie se sentiría en su casa, ni en su mundo, sino sólo en el de ellos.– los temibles difuntos–, a quienes conducimos al panteón para poner entre ellos y nosotros no sólo tierra, sino de preferencia un mundo de por medio. Por más que añoremos a nuestros muertos, no queremos estar ni un instante en su mundo. Ni respirar su aire, ni mirar su paisaje.







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